No estoy de acuerdo cuando se dice que el amor es un sentimiento, bíblicamente es una acción, un acto concreto que expresa entrega, ayuda, cooperación, apoyo, etc. Creo que el mayor peligro es confundir el amor con un sentimiento. Los sentimientos son volubles, inestables, frágiles, por eso, muchas relaciones basadas «supuestamente en el amor» fracasan. No es por nada, que el Apóstol Pablo señala con total claridad las características del amor: «es benigno, no se jacta, no se envanece, todo lo soporta…» Cuando logramos comprender la profundidad y el significado del amor bíblico, estamos realmente conociendo a Dios, porque él es amor.
Cuando confundimos lo que es el amor estamos expuestos a relaciones inestables, tortuosas, abusivas y serviles, siendo algo que experimentamos en todo orden de situaciones, inclusive hacia nosotras mismas.
En una oportunidad, en una de mis visitas al doctor, recibí una gran lección acerca del amor y de los peligros de confundirlo. Dios tenía una gran enseñanza que enseñarme en el lugar menos pensado… Recuerdo que sentada en la consulta, hablando de lo mal que me sentía y después de relatarle a mi doctor una serie de anomalías en mi estado físico, él se acomodó en su sillón y me dijo: Claudia, la Biblia en la cual tú dices creer, dice: “ama a tu prójimo como a ti mismo, no más que eso”. Sentí como Dios me hablaba a través de mi doctor, tuve que llegar a una consulta médica y recibir de parte de un inconverso una verdad tan importante que hasta el momento no había alcanzado a comprender. Yo me estaba enfermando porque no lograba entender que yo también debía amarme, estaba gastando todas mis energías en los demás, que me había olvidado de mí misma. Ese es un peligro recurrente en el cual caemos constantemente. Amar a lo demás sin amarte a ti misma es antibíblico. Cuando amamos a los demás no anulamos quienes somos nosotras, más bien, entendemos desde nuestra dignidad, que los demás también son merecedores del amor y del cuidado de Dios a través de nosotras.
Entender en qué consiste el verdadero amor nos guiará a consolidar relaciones sanas y estables, nos permitirá mejorar nuestro carácter y nos ayudará a conocer más a nuestro Dios.
Experimentar el amor de nuestro Padre Celestial en nuestras vidas, su perdón, justificación, redención, etc. nos permite, y más aún, nos habilita para amar plenamente, para discernir los peligros de confundir el amor verdadero y para afianzar una relación profunda con Dios y Su Palabra.
El amor verdadero, aquel que encontramos en numerosas páginas de la Biblia, es un amor que libera, que transforma, que da nueva vida, que conforta. No nos equivoquemos, experimentemos la bendición del verdadero amor que emana de Cristo, el Dios encarnado, fuente inagotable de amor…
Pastora Claudia Yañez, Mtr. en Teología, Líder Regional Amigas por un Sueño Región Sur Centro Chile.-